Resulta paradójico que cuando saltan tantas alarmas por la amenaza que supone la desaparición de cualquier especie en el Amazonas o en otro paraíso lejano, estemos presenciando como tancredos de primera fila el exterminio de variedades tan autóctonas y cercanas como la de los olivos Lucio.
Una variedad de olivo antiquísima -ya catalogada en los tratados del agrónomo granadino al-Tignari, s.XI – que se da exclusivamente en la provincia de Granada (concretamente en las comarcas Norte-La Vega y Temple-Alhama). Amparada bajo la Denominación de Origen Poniente de Granada, apenas quedan 10.000 has. dedicadas a su cultivo.
En apenas 20 años, la variedad Lucio (cuyos ejemplares más antiguos fueron cultivados por mozárabes en la comarca de Íllora) ha ido sucumbiendo a la fiebre intensiva de variedades más productivas y de rendimiento graso como “picual” exógenas a la comarca y al carácter del aceite local.
Mientras que Entidades como la Denominación de Origen, incluso el CSIC, y algunos fabricantes de aceite locales apuestan por salvaguardar los últimos restos vivos de este importante patrimonio, existen agricultores que siguen arrancando sus olivos con más de 400 años amparándose en su derecho a la propiedad sobre el interés del patrimonio colectivo.
¿Se imaginan a alguien destrozando unos restos fenicios de su casa con el mismo criterio…? la insaciable sed especulativa, la incultura, y la desidia de los municipios afectados están haciendo el resto ante nuestros ojos, en una miopía cultural que nos impide ver el atentado más cercano mientras enarbolamos protestas por los desastres lejanos.
La torpeza llega al esperpento si consideramos que mientras en la Dehesa del Generalife de la Alhambra (Alixares, entorno del Cementerio, Cerro del Aire, Huerta de la Mercería) se hace lo posible por mantener y repoblar el legado nazarí de olivos lucio para producir un aceite de carácter único entroncado con nuestra cultura viva; en el último reducto de estos olivos se sigue permitiendo la tala y extracción de ejemplares con más de 400 años sin que nadie haga nada para detenerlo.
Desde nuestra revista Epicúrea ya levantamos la voz con una campaña en defensa de los olivos lucio centenarios, secundada solamente por algunas almazaras de la comarca y la Denominación de Origen. Ayuntamientos como el de Íllora, ejemplo de un paro rural lampante que reciben visitas de turistas japoneses para fotografiarse junto a los olivos centenarios, mantiene la irresponsabilidad de hacerse el tonto en un “ni me va, ni me viene”.
La Junta de Andalucía, con sus campañas melifluas de galería rural, y Diputación de Granada, que con tanta ostentación defienden el producto local en convites y galas de Fitur, no parecen mostrar interés por la protección de nuestro Patrimonio olivarero, que no sólo es rentable (la producción de aceites monovarietales “lucio” está mucho mejor cotizada que el resto) sino que produce vírgenes extra de alto frutado, dulces y de gran intensidad aromática.
Mientras tanto, el atropello continúa a diario como muestran las imágenes tomadas recientemente desde la misma carretera que conduce al municipio de Illora. Desde nuestra publicación y con la voz que nos dan ustedes como lectores, seguiremos luchando por salvaguardar esta especie única, como un acto de conciencia con nuestro pasado, y de responsabilidad y coherencia con nuestro futuro.